Si últimamente sientes que ganas peso con más facilidad, especialmente en la zona del abdomen, y que bajarlo es todo un desafío, no estás imaginando cosas.
Es un cambio real y, aunque puede ser frustrante, tiene una explicación.
La perimenopausia –esa fase de transición antes de la menopausia– trae consigo muchos ajustes hormonales que afectan no solo el estado de ánimo y la piel, sino también la forma en que nuestro cuerpo maneja la grasa y el metabolismo. Pero, ¿por qué pasa esto?
Los cambios hormonales y su efecto en el peso
Lo primero que hay que entender es que el estrógeno no solo regula la función reproductiva, sino que también influye en cómo distribuimos la grasa en el cuerpo.
A medida que sus niveles empiezan a disminuir, la grasa que antes se almacenaba en caderas y muslos se empieza a acumular más en el abdomen.
Además, con los años el metabolismo se vuelve más lento. Es decir, quemamos menos calorías en reposo, aunque sigamos comiendo igual y manteniendo los mismos hábitos.
Esto, combinado con una posible pérdida de masa muscular, hace que mantener el peso se vuelva más complicado.
Pero no es solo eso. Hay otros factores que pueden jugar en contra
- El sueño desordenado: Si duermes mal o poco, tu cuerpo produce más grelina (la hormona del hambre) y menos leptina (la que te da sensación de saciedad). Resultado: más antojos y más ganas de comer carbohidratos y azúcares.
- El estrés y el cortisol: La perimenopausia es un período donde muchas mujeres atraviesan momentos de alta demanda emocional. El estrés hace que el cuerpo libere más cortisol, una hormona que favorece la acumulación de grasa en el abdomen.
- La resistencia a la insulina: Con la fluctuación hormonal, el cuerpo puede volverse menos eficiente en el manejo del azúcar en sangre, lo que hace que sea más fácil subir de peso.
¿Significa que no se puede hacer nada? Para nada
Subir de peso en la perimenopausia es común, pero no es una sentencia. Hay muchas cosas que podemos hacer para ayudar a nuestro cuerpo en esta etapa:
- Ajusta tu alimentación: No se trata de hacer dietas extremas, sino de priorizar proteínas de calidad, grasas saludables y fibra. Evitar los picos de azúcar en sangre ayuda a mantener el metabolismo estable.
- Muévete más (pero de manera estratégica): El ejercicio sigue siendo clave, pero con un enfoque diferente. El entrenamiento de fuerza es fundamental para evitar la pérdida muscular y ayudar a quemar más calorías en reposo. Combinado con ejercicios aeróbicos (como caminar o nadar), puede marcar una gran diferencia.
Puede sonar trillado o difícil de creer para quien no lo ha practicado, pero se ha comprobado en los últimos años que este tipo de rutina añade un impacto positivo en la calidad de vida.
- Cuida tu descanso: Si no duermes bien, todo se desajusta. Crear una rutina relajante antes de dormir y evitar pantallas en la noche puede ayudar a mejorar la calidad del sueño.
- Maneja el estrés: Practicar mindfulness, yoga, respiración profunda o simplemente encontrar momentos de desconexión en el día ayuda a reducir el impacto del cortisol en el peso.
- Consulta con un especialista: En algunos casos, el acompañamiento médico puede ser clave para evaluar opciones como suplementación o terapia hormonal, dependiendo de cada situación.
La perimenopausia no tiene que ser una lucha constante contra la balanza. Con los cambios adecuados y un enfoque realista, es posible sentirse bien, con energía y en control de nuestro cuerpo. ¡No estás sola en esto!